Gamergate (GamerGate, o #GamerGate para formar un hashtag) es el nombre dado a una campaña de ciberacoso a través del uso del hashtag #GamerGate que tuvo lugar a partir del año 2014 en plataformas tales como Reddit, 4chan o 8chan. Se utiliza como un término general para denominar tanto la controversia, como la campaña de hostigamiento, como al movimiento que surgió alrededor.[1][2]
A partir de agosto de 2014, los partidarios del Gamergate atacaron a varias mujeres en la industria de los videojuegos, incluidas las desarrolladoras Zoë Quinn y Brianna Wu, así como a la crítica feminista de medios Anita Sarkeesian. Después de que Eron Gjoni, el exnovio de Quinn, escribiera una publicación despectiva y demostrada falsa sobre ella, los usuarios de #gamergate acusaron falsamente a Quinn de mantener una relación con el periodista Nathan Grayson, del sitio Kotaku. Lo cierto es que este periodista jamás reseñó el videojuego de Zoë Quinn.[3] Las campañas de hostigamiento contra Quinn y otros incluyeron doxing, amenazas de violación y amenazas de muerte. Los partidarios de Gamergate alegaron una colusión no ética entre la prensa y las feministas, los progresistas y los críticos sociales. Estas preocupaciones han sido descartadas por diversos comentaristas, como The Washington Post o The Guardian entre otros medios, como teorías de conspiración triviales, sin fundamento o sin relación con cuestiones reales de ética.[4][5][6][7]
Los partidarios del Gamergate se organizaron en forma anónima o pseudoanónima en plataformas en línea tales como 4chan, Internet Relay Chat, Twitter y Reddit. El Gamergate no tiene líderes oficiales, voceros o manifiesto. Las declaraciones que dicen representar han sido inconsistentes y contradictorias, haciendo difícil que se puedan identificar metas y motivos. Por lo cual, el Gamergate ha sido definido a menudo por el acoso que sus partidarios cometieron. Estos últimos han negado que el acoso haya tenido lugar o acusan a las víctimas de crearlo.
La controversia ha sido descrita como una manifestación de una guerra cultural sobre la diversificación cultural, reconocimiento artístico y criticismo social en videojuegos, y sobre la identidad social de los gamers. Muchos partidarios del Gamergate se oponen a lo que ven como una creciente influencia del feminismo en la cultura de los videojuegos; por eso, el Gamergate es visto como un golpe de la derecha hacia el progresismo. Las respuestas de la Industria han sido negativas. El Gamergate ha llevado a figuras dentro y fuera de la industria a concentrarse en mejores métodos para abordar el acoso en línea.[8]
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